El Entierro en Iquique

Don Eduardo Llanos, tesorero de la Sociedad Española de Beneficencia supo que los cuerpos de Arturo Prat e Ignacio Serrano habían sido trasladados al Hospital de Iquique, y que de allí se llevarían a una fosa común. Sin embargo, él se dirigió al hospital, cambió las mantas que cubrían el cuerpo por un par de blancas sábanas almidonadas y cerca de las seis de la tarde del 22 de mayo de 1879 un pequeño cortejo ingresó al cementerio de Iquique. Por expresa petición de los administradores, se hizo por la puerta trasera, pues en ese mismo instante, en el otro extremo de la explanada, finalizaba el funeral del teniente Jorge Velarde, el único muerto peruano durante el combate. Allí los esperaba una cuadrilla de cuatro enterradores provisto de palas y picotas. Una vez que el español mostró todos los papeles en regla, los hombres comenzaron a cavar.
Arriba, sobre ellos, el cielo de Iquique era un frío telón púrpura que anunciaba el atardecer.